PARA MODIFICAR EL COMPORTAMIENTO DE UN NIÑO
Los
niños perfectos o los padres perfectos no existen como tales,
y hasta ahora no ha habido padres que no dudaran, al menos
ocasionalmente, sobre sus propias capacidades como padres y madres.
Los niños no se comportan siempre como sus padres quisieran, y
cuando los padres no logran cambiar los hábitos de sus hijos,
se frustran, se confunden y se muestran inseguros.
Aunque
nosotros fuéramos la generación de padres y profesores mejor educada
e informada de la historia no tendríamos todas las respuestas.
Los conceptos que aquí se presentan facilitarán la
comprensión y aplicación de soluciones. Hay que
recordar que no se debe esperar demasiado pronto sino que se deben
fijar metas según la edad, personalidad, habilidades, sexo y
desarrollo del niño.
Los
niños no pasan todos por las mismas etapas a las mismas
edades, ni son igualmente maleables, y puesto que cada padre es el
que mejor conoce a su hijo, debe fiarse de sus propios juicios y de
su instinto.
PASOS A SEGUIR:
1.- DEFINIR EL PROBLEMA
Antes
de hacer cambios hay que saber qué es lo que se desea cambiar.
No sirve de nada etiquetar a un niño como irritante, salvaje,
tozudo o rebelde, ya que dichas etiquetas son generalidades y no se
puede cambiar algo tan poco definido.
Además, no se trata de
cambiar a todo el niño, sino solamente su conducta o actitud. Es importante ser específico. No hay que dejarse llevar por los sentimientos. Debemos ser capaces de definir
y aislar el problema.
- ¿Qué es exactamente lo que
el niño hace o no hace repetidas veces y que nos disgusta?
- ¿Qué
es exactamente lo que quisiera que hiciera más o menos a
menudo?
- Centrarse sobre lo que hace el niño que a nosotros nos saca de quicio.
- Desglosar la conducta en varias parcelas.
- Tomar una hoja de papel y dividirla verticalmente por la mitad.
- Escribir en la parte superior de una mitad: Menos veces y de la otra mitad: Más a menudo.
- En la primera columna hacer una lista de comportamientos o hábitos específicos que quisiera que el niño hiciera menos; en la segunda columna, escribir el reverso o paralelo de estas conductas, (las que se pretenden conseguir más a menudo). Cada punto debe tener su paralelo.
2.- ENFOCAR LOS PROBLEMAS UNO POR UNO
Una
vez se haya decidido exactamente qué comportamientos del niño
se desea cambiar, puede surgir la tentación de abordar todos
los problemas presentados a la vez. Hay que resistir este impulso y
centrarse en cada problema, uno por uno, resolviendo uno antes de
pasar al siguiente.
(Al
hacer la selección, puede que se elija un comportamiento
difícil o uno que sea muy preocupante. Esto está bien,
aunque a veces es conveniente empezar por un problema menos
significativo que pueda resolverse con rapidez para que todo el mundo
comience con una sensación de éxito.)
En
las semanas o meses que siguen, a medida que se va avanzando en la
lista, es posible que haya una tendencia al cambio de prioridades.
Surgen nuevos problemas y otros desaparecen o parecen menos
importantes. Cada cambio causará un efecto sobre la conducta
general del niño en un sentido positivo. Cada cambio supone un
paso más para conseguir un niño más cooperador.
Debe procederse paso a paso.
3.- SER MODESTOS
Rara
vez se soluciona el problema de un niño de la noche a la
mañana. Los cambios, tanto en los niños como en los
adultos tienden a producirse lentamente y por etapas.
Si un niño
que antes se negaba a practicar el piano empieza a tocar diez minutos
al día, debemos alegrarnos y demostrarlo. Se ha logrado un
progreso real. El niño se sentirá bien consigo mismo y
esto le animará a trabajar más tiempo.
Es mucho más
productivo que ambos estemos encantados con pequeños
signos de progreso a que nos desilusionemos cuando no se cumplan
expectativas demasiado exigentes.
4.- SER
CONSECUENTE Y CONSTANTE
Conseguir
el éxito final en el cambio de la conducta de un niño
requiere ser consecuente y constante.
Pensar lo que se dice, decir lo
que se piensa, y asegurarse de que todos digan lo mismo.(Importancia de la relación entre la familia y la escuela)
Siempre
se debe tratar de aplicar una solución con constancia para que
sea eficaz. Unos padres inconstantes no imponen
autoridad y sus hijos no respetan sus peticiones porque saben que no
necesitan hacerlo.
(Si lloran o gritan o se resisten el tiempo
suficiente, se saldrán con la suya.)
Una vez tome usted una
decisión sobre cómo tratar un problema, no debemos
fluctuar ni rendirnos (dentro de lo razonable, claro está).
Para
ayudarnos a ser constantes, puede resultar conveniente medir y apuntar
los cambios. Muchas veces los cambios son menos evidentes de lo que
se espera, pero ahí están. Al
notar un progreso, será más fácil continuar lo
que se esté haciendo.
5.- SER
POSITIVO
Tratemos
de ver la conducta general del niño desde una perspectiva
positiva. No todo lo que hace el niño nos resulta desagradable,
sólo algunos comportamientos irritan y nos frustran.
Mientras tanto,
debemos asegurarnos de que el niño sabe que le queremos y que le
apreciamos, y recordar siempre manifestarle cuándo se está
comportando correctamente.
Con un comentario positivo se
consigue mucho más que con cualquier crítica. No
despreciemos nunca la efectividad de los elogios, especialmente en los
niños. Los pequeños, sea cual sea su edad o etapa,
quieren desesperadamente la aprobación de sus padres.
6.- HACER
SABER AL NIÑO LO
QUE SE ESPERA DE ÉL
Después
de seleccionar el comportamiento que se desea cambiar y elegir una
estrategia o solución entre las que se ofrecen, se debe
encontrar un momento tranquilo para explicarle al niño lo que
va a ocurrir.
Hay que mantener siempre una actitud positiva.
Simplemente se le está explicando un nuevo acontecimiento.
Es útil describirle
el objetivo en palabras sencillas, que el niño pueda
comprender fácilmente, concentrándose en las cosas concretas.
Diciéndole
exactamente lo que va a hacer y lo que se espera de
él, (hablarle de lo que se quiere que haga más o menos a
menudo.)
No
se le debe revelar toda la estrategia sino comunicarle de una manera
amistosa, cariñosa y sin amenazas cuál es el objetivo
hacia el que se pretende avanzar.
FUENTE: "PORTARSE BIEN"
Garber, Stephen, (aut.)
Ediciones Medici, S.A.
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