21 octubre 2012

PORTARSE BIEN: Técnicas de Disciplina

TÉCNICAS DE DISCIPLINA

1.-¿CÓMO ELOGIAR?
2.-¿CÓMO IGNORAR?
3.-¿CÓMO CASTIGAR?
4.-¿CÓMO UTILIZAR EL "RINCÓN DE PENSAR"?





1.-¿CÓMO ELOGIAR?

         Es fácil para los padres centrar su atención en lo que los niños hacen mal y no darse cuenta de lo que hacen bien.
        La crítica constante combinada con pocos elogios da otros resultados, el niño requiere la atención del padre y la conseguirá como sea. (Si el modo de enfocarlo es negativo, entonces el niño usará medios negativos para llegar a sus padres. Si éstos se concentran en los hechos positivos, se conseguirá una mejor conducta como respuesta, porque de este modo el niño obtendrá más atención.)
        Enseguida se comprobará que los elogios son una influencia tan poderosa que sólo con unos pocos se puede lograr una nueva conducta y con un poco menos se mantendrá el cambio.
Si se usan estas directrices al aplicarlos, se comprobará muy pronto que el elogio es una táctica de disciplina notoriamente eficaz.

Elogiar el comportamiento y no la personalidad
La personalidad es más resistente a los cambios. Si se centran los esfuerzos en la conducta, es mucho más probable que se pueda llegar a la meta propuesta.
Por muchas veces que se diga «niño bueno» o «niña buena» el niño no se formará un concepto positivo de sí mismo, a no ser que tenga respuestas específicas a las propias conductas correctas, ya que la imagen de sí mismo está hecha de sus logros.
El modo más eficaz de formar una buena conducta es moldearla con elogios.

Usar elogios concretos
El propósito de elogiar es aumentar conductas deseables, de modo que es necesario hacer hincapié en qué conducta concreta se persigue.

Elogiar los adelantos
Se debe empezar a elogiar cada pequeño paso dado hacia la conducta deseada, procurando atrapar al niño en un buen comportamiento.
Cuando el nuevo comportamiento esté bien establecido, se necesitarán menos elogios para mantenerlo. No es necesario continuar elogiando al niño constantemente. No obstante, no suprima nunca los elogios de forma radical.

Elogiar adecuadamente
Para suscitar la respuesta requerida, el elogio debe ser adecuado. Abrazos, besos y otras señales físicas de afecto junto con las palabras correspondientes son muy eficaces.
Muchos niños mayores aceptan comentarios simpáticos, más que elogios directos.
Hay que recordar que todo el mundo se cansa de las cosas buenas si se tienen demasiadas. Las mismas frases utilizadas una y otra vez perderán su efecto. Hay que ser creativo.
Para realzarlo más, se pueden acompañar los elogios de un premio. Decidle a vuestro hijo qué es lo que os ha gustado y premiadlo con un pequeño regalo, pero reservaros las sorpresas para ocasiones especiales para que no se acostumbre.

Elogiar inmediatamente
Los elogios son más eficaces, especialmente en niños muy pequeños cuando se producen pronto. No debe pasar demasiado tiempo entre el comportamiento positivo del niño y la nuestra respuesta, aunque los niños más mayores pueden apreciar el reconocimiento posterior.

Combinar elogios con amor incondicional
Los niños se vuelven locos por conseguir elogios de sus padres cuando esos son los únicos momentos en los que consiguen que se les preste atención. Sin embargo no es posible estar presente cada vez que el niño hace algo correctamente. Cada vez que se hagan comentarios concretos y positivos sobre su conducta, el niño tendrá una visión positiva de sí mismo, y estará así más seguro de sí mismo.
Al mismo tiempo el niño debe saber que se le valora y se le quiere incondicionalmente, aun cuando no se esté trabajando para mejorar su conducta.

2.-¿CÓMO IGNORAR?  
Un modo eficaz de eliminar comportamientos específicos que irritan es simplemente ignorarlos. Se comprobará cómo al ignorar sistemáticamente ciertos comportamientos, y actuando como si no existieran, se consiguen resultados asombrosos. 
 Si se puede ignorar el comportamiento irritante cada vez que se produzca, el niño dejará de actuar de ese modo, pues no obtiene los resultados que busca.
La ignorancia sistemática es el arte de ignorar los comportamientos que desagradan y prestar atención positiva a los que agradan. Nunca se debe hacer una cosa sin la otra. (Evidentemente habrá que valorar las conductas y no ignorar las que entrañen algún tipo de peligro).
Otro punto a considerar: la ignorancia sistemática es una técnica que utilizan sólo algunos padres eficazmente. En otros, sólo se consigue aumentar la tensión porque su capacidad para ignorar es demasiado baja. 
Para que la ignorancia sistemática sea un éxito:

Decidir lo que se puede y lo que no se puede ignorar
¿Es ésta una conducta que se puede, o se desea ignorar? ¿No es peligroso ignorarla?
No debemos empezar con algo que no vamos a ser capaces de ignorar durante mucho rato; es preferible no empezar. Si no, es mejor elegir otra opción para hacer frente a este comportamiento.
La ignorancia funciona bien normalmente para detener un comportamiento que siempre ha provocado la atención y ha permitido al niño salirse con la suya con anterioridad.

No prestar atención al comportamiento
No se debe reaccionar al comportamiento indeseado de ninguna manera, verbal o no verbal. No hay que decir nada al respecto. No se debe mirar al niño cuando esté actuando. No hay que mostrar ninguna expresión facial o hacer gestos como reacción a ello. Se debe mirar a otro sitio, hacer como si se estuviera ocupado en otra cosa, salir de la habitación. Si no se puede salir, hay que apartarse disimuladamente todo lo posible. Se debe continuar tanto tiempo como el niño prolongue su comportamiento.
(Esto no significa tratarlo fríamente, ya que esa es otra forma de atención.)

Reforzar las conductas deseables
Se puede activar la extinción de las conductas indeseables reforzando las buenas conductas con elogios y recompensas. 
Debemos acercarnos al niño y demostrar interés en lo que hace.
En ocasiones, se pueden potenciar las conductas positivas dirigiendo la atención hacia el niño que se está portando bien, para que el que se está portando mal quiera imitarle. (Este es un recurso que utilizamos mucho en la clase) Pero, ¡cuidado!, si la táctica anima al que se porta mal, no se debe proseguir. 


3.-¿CÓMO CASTIGAR?
    Todos los padres tienen firmes opiniones sobre el castigo y todos, lo admitan o no, usan el castigo como una forma para enseñar al niño la conducta adecuada. 
(Si se manda al niño a su habitación, se le restringe el tiempo para ver televisión, se le retira un juguete que adora o se exclama con firmeza ¡No! cuando un niño que anda a gatas intenta encaramarse al fogón, se están empleando los principios del castigo para modificar conductas.)

    Sería maravilloso poder educar a los niños utilizando sólo técnicas positivas, pero no es posible. Para enseñarles patrones de conductas deseables, hay que hacer uso de las consecuencias positivas y negativas. 
   El castigo no debe considerarse necesariamente como bueno o malo.  Es otra técnica que puede emplearse, pero solo no produce los efectos deseados. Ello se debe a que es totalmente negativo: Enseña al niño lo que no debe hacer en lugar de lo que se debe hacer. 
   Cuando se utiliza aislado, sin el equilibrio de refuerzos positivos para conductas adecuadas, no enseña al niño cómo reemplazar la mala conducta por otra más aceptable.
Los efectos del castigo ocasional son buenos pero cuando se usa un castigo muy a menudo, pierde eficacia.

Elegir un castigo que reduzca la conducta no deseada
El castigo es solamente eficaz si hace que disminuya la probabilidad de que una conducta inapropiada se repita.
Es necesario observar los efectos que tiene el castigo.

Usar el castigo con moderación
Si se usa el castigo demasiado a menudo, el niño se habitúa y deja de ser eficaz. Cualquier acción (incluso si es eficaz) como la regañina, la prohibición de televisión..., se verá debilitada con el abuso y no tendrá los efectos deseados cuando se necesite.

No retrasar el castigo
Si se va a castigar al niño, hágalo tan pronto como sea posible después de la mala conducta. Las conductas se controlan mediante consecuencias inmediatas, así que no hay que esperar «hasta que venga papá». Todo castigo pierde su eficacia si se retrasa y el niño puede no relacionarlo con la mala conducta que lo causó.

Explicar siempre las consecuencias
El niño debe saber qué conductas le desagradan y lo que va a ocurrir si continúa perseverando. Hay que explicarle cuáles son las reglas y las consecuencias que seguirán si no las tiene en cuenta.

Ser firme
El castigo eficaz no es solamente repentino, sino que también es predecible. Debe darse siempre y en cada ocasión en que ocurra la mala conducta.

No amenazar en vano
No hay que amenazar al niño con castigarle y luego no seguir adelante. No hay que darle una segunda, tercera, décima oportunidad antes de entrar en acción. Se debe decir lo que se va a hacer y hacer lo que se ha dicho en todas las ocasiones. La falta de consistencia y las amenazas vanas conducen a la mala conducta, que se convierte en más firme y más resistente al cambio.

Dar una oportunidad para la buena conducta
El efecto inmediato del castigo es enseñar al niño lo que es correcto, pero hay que darle la oportunidad de que demuestre lo que ha aprendido. Los castigos prolongados no permiten que se dé esto último.



4.-¿CÓMO UTILIZAR EL "RINCÓN DE PENSAR"?

La mayoría de las técnicas no son nuevas. La del rincón lleva mucho tiempo utilizándose. Se utiliza también con otros nombres, como la de poner de cara a la pared o la de fuera de juego
Significa apartar al niño de una actividad o situación para que no pueda tomar parte en esa actividad o recibir elogios y atención. Como técnica de castigo, puede ser muy eficaz si se utiliza correctamente. 


Pasos a seguir: 

1 Elegir cuidadosamente el rincón o fuera de juego
Para que sea eficaz la técnica del rincón, el niño tiene que sentir que le falta algo mejor de lo que está experimentando en el rincón.
Por lo tanto, el lugar debe ser un sitio aburrido, no cruel, oscuro, o tenebroso, simplemente aburrido. Puede servir cualquier lugar de la casa que no
sea interesante. Un «rincón de pensar» (recurso que utilizamos en la clase) funcionará también, si está apartado de la zona principal de la actividad. 
El lugar en sí tiene menos importancia en realidad que el hecho de que el niño prefiera estar en otro sitio. 

2 Explicarle al niño las reglas de estar en el rincón
En un momento tranquilo antes de tener que usar esta técnica, se debe decir al niño que se le mandará al rincón si continúa desobedeciendo. 
Al principio se debe aplicar el mandarle al rincón solamente para un comportamiento. Cuando haya cambiado dicho comportamiento, úselo para otro. Si se usa para muchos comportamientos incorrectos al mismo tiempo, el niño se confundirá, preguntándose por qué está en el rincón en ese momento. Además, el tiempo en el rincón, como cualquier técnica de castigo, pierde su eficacia al utilizarla demasiadas veces.

3 Asignar un tiempo máximo para el rincón según la edad del niño
Largos periodos de tiempo en una habitación resultan inútiles, ya que provocan resentimientos en el niño y no mejoran el comportamiento. Un periodo de apartamiento corto normalmente funciona bien y dura sólo pocos minutos. (En la clase funcionamos de manera que el niño tenga que estar en el rincón de pensar tantos minutos como años tenga.) Nos ha parecido una buena norma. Supone cuatro minutos para un niño de cuatro años, cinco minutos para uno de cinco y un minuto más para cada año adicional. Para un niño este es un largo periodo de tiempo sin hacer nada. Interrumpe su actividad, pero al mismo tiempo le proporciona la oportunidad de serenarse y de dejar de hacer aquello por lo cual ha sido enviado al rincón.

4 Añadir, minutos si hay resistencia
Si se tienen dificultades para poner al niño en el rincón o para mantenerlo allí, se debe añadir un minuto de tiempo por cada instante de resistencia, diciéndole: «Ahora es un minuto más». Vigilarle si es necesario. Si se va sin permiso, se le debe volver a llevar y castigarle con otro minuto. Hay que intentar no sobrepasar las tres penalizaciones de un minuto, ya que en esta etapa será más eficaz añadir otra consecuencia.

5 Añadir consecuencias de apoyo para la resistencia excesiva
Si se llega a un punto en el que es necesario un apoyo para nuestras palabras y acciones, se puede informar al niño de que, si no cumple su tiempo en el rincón, perderá su juguete favorito o un privilegio durante unos días. Hay que ser muy consecuente con ello. (A menudo, la resistenca se hará menor al saber que existe una consecuencia de apoyo).

6 Utilizar el reloj
Se deben controlar los minutos que pasan, con un reloj. Se le debe decir al niño cuánto tiempo debe quedarse en el rincón y que cuando suene el timbre puede regresar si se ha tranquilizado. Si todavía no se ha tranquilizado cuando se haya cumplido el tiempo, no hay que permitir que se vaya hasta que se haya controlado.

7 No permitir que el tiempo fuera de juego (en el rincón) se convierta en una manera de evitar responsabilidades
Cuando el tiempo se cumpla, se debe hacer que el niño haga lo que se le pidió que hiciera antes de comenzar el tiempo fuera de juego o que adopte el comportamiento apropiado. Cuando coopere, se le debe elogiar cálidamente.


FUENTE: "PORTARSE BIEN"
Garber, Stephen, (aut.)
Ediciones Medici, S.A.


10 octubre 2012

PORTARSE BIEN: Primeros consejos


PARA MODIFICAR EL COMPORTAMIENTO DE UN NIÑO
Los niños perfectos o los padres perfectos no existen como tales, y hasta ahora no ha habido padres que no dudaran, al menos ocasionalmente, sobre sus propias capacidades como padres y madres. 
Los niños no se comportan siempre como sus padres quisieran, y cuando los padres no logran cambiar los hábitos de sus hijos, se frustran, se confunden y se muestran inseguros.
Aunque nosotros fuéramos la generación de padres y profesores mejor educada e informada de la historia no tendríamos todas las respuestas.
Los conceptos que aquí se presentan facilitarán la comprensión y aplicación de soluciones. Hay que recordar que no se debe esperar demasiado pronto sino que se deben fijar metas según la edad, personalidad, habilidades, sexo y desarrollo del niño.
Los niños no pasan todos por las mismas etapas a las mismas edades, ni son igualmente maleables, y puesto que cada padre es el que mejor conoce a su hijo, debe fiarse de sus propios juicios y de su instinto.

PASOS A SEGUIR:

1.- DEFINIR EL PROBLEMA

Antes de hacer cambios hay que saber qué es lo que se desea cambiar. No sirve de nada etiquetar a un niño como irritante, salvaje, tozudo o rebelde, ya que dichas etiquetas son generalidades y no se puede cambiar algo tan poco definido. 
Además, no se trata de cambiar a todo el niño, sino solamente su conducta o actitud. Es importante ser específico. No hay que dejarse llevar por los sentimientos. Debemos ser capaces de definir y aislar el problema

- ¿Qué es exactamente lo que el niño hace o no hace repetidas veces y que nos disgusta? 
- ¿Qué es exactamente lo que quisiera que hiciera más o menos a menudo?
  • Centrarse sobre lo que hace el niño que a nosotros nos saca de quicio. 
  • Desglosar la conducta en varias parcelas.
  • Tomar una hoja de papel y dividirla verticalmente por la mitad. 
  • Escribir en la parte superior de una mitad: Menos veces y de la otra mitad: Más a menudo. 
  • En la primera columna hacer una lista de comportamientos o hábitos específicos que quisiera que el niño hiciera menos; en la segunda columna, escribir el reverso o paralelo de estas conductas, (las que se pretenden conseguir más a menudo). Cada punto debe tener su paralelo. 
 
2.- ENFOCAR LOS PROBLEMAS UNO POR UNO

Una vez se haya decidido exactamente qué comportamientos del niño se desea cambiar, puede surgir la tentación de abordar todos los problemas presentados a la vez. Hay que resistir este impulso y centrarse en cada problema, uno por uno, resolviendo uno antes de pasar al siguiente.
(Al hacer la selección, puede que se elija un comportamiento difícil o uno que sea muy preocupante. Esto está bien, aunque a veces es conveniente empezar por un problema menos significativo que pueda resolverse con rapidez para que todo el mundo comience con una sensación de éxito.)
En las semanas o meses que siguen, a medida que se va avanzando en la lista, es posible que haya una tendencia al cambio de prioridades. Surgen nuevos problemas y otros desaparecen o parecen menos importantes. Cada cambio causará un efecto sobre la conducta general del niño en un sentido positivo. Cada cambio supone un paso más para conseguir un niño más cooperador. Debe procederse paso a paso.

3.- SER MODESTOS

Rara vez se soluciona el problema de un niño de la noche a la mañana. Los cambios, tanto en los niños como en los adultos tienden a producirse lentamente y por etapas. 
Si un niño que antes se negaba a practicar el piano empieza a tocar diez minutos al día, debemos alegrarnos y demostrarlo. Se ha logrado un progreso real. El niño se sentirá bien consigo mismo y esto le animará a trabajar más tiempo. 
Es mucho más productivo que ambos estemos encantados con pequeños signos de progreso a que nos desilusionemos cuando no se cumplan expectativas demasiado exigentes. 

4.- SER CONSECUENTE Y CONSTANTE

Conseguir el éxito final en el cambio de la conducta de un niño requiere ser consecuente y constante
Pensar lo que se dice, decir lo que se piensa, y asegurarse de que todos digan lo mismo.(Importancia de la relación entre la familia y la escuela)

Siempre se debe tratar de aplicar una solución con constancia para que sea eficaz. Unos padres inconstantes no imponen autoridad y sus hijos no respetan sus peticiones porque saben que no necesitan hacerlo. 
(Si lloran o gritan o se resisten el tiempo suficiente, se saldrán con la suya.)
 Una vez tome usted una decisión sobre cómo tratar un problema, no debemos fluctuar ni rendirnos (dentro de lo razonable, claro está).
Para ayudarnos a ser constantes, puede resultar conveniente medir y apuntar los cambios. Muchas veces los cambios son menos evidentes de lo que se espera, pero ahí están. Al notar un progreso, será más fácil continuar lo que se esté haciendo.


5.- SER POSITIVO

Tratemos de ver la conducta general del niño desde una perspectiva positiva. No todo lo que hace el niño nos resulta desagradable, sólo algunos comportamientos irritan y nos frustran. 
Mientras tanto, debemos asegurarnos de que el niño sabe que le queremos y que le apreciamos, y recordar siempre manifestarle cuándo se está comportando correctamente
Con un comentario positivo se consigue mucho más que con cualquier crítica. No despreciemos nunca la efectividad de los elogios, especialmente en los niños. Los pequeños, sea cual sea su edad o etapa, quieren desesperadamente la aprobación de sus padres.

6.- HACER SABER AL NIÑO LO QUE SE ESPERA DE ÉL

Después de seleccionar el comportamiento que se desea cambiar y elegir una estrategia o solución entre las que se ofrecen, se debe encontrar un momento tranquilo para explicarle al niño lo que va a ocurrir. 
Hay que mantener siempre una actitud positiva. Simplemente se le está explicando un nuevo acontecimiento.
Es útil describirle el objetivo en palabras sencillas, que el niño pueda comprender fácilmente, concentrándose en las cosas concretas. 
Diciéndole exactamente lo que va a hacer y lo que se espera de él, (hablarle de lo que se quiere que haga más o menos a menudo.)
No se le debe revelar toda la estrategia sino comunicarle de una manera amistosa, cariñosa y sin amenazas cuál es el objetivo hacia el que se pretende avanzar.

FUENTE: "PORTARSE BIEN"
Garber, Stephen, (aut.)
Ediciones Medici, S.A.


PORTARSE BIEN

Buscando información para estudiar y proponer Modificaciones de Conducta en nuestras aulas, llegó a mis manos, hace un par de años, un libro de recursos que considero una buena guía de consulta para padres y profesores.

Quería compartir con todos vosotros su valiosa información y publicar un apartado en "Consejos a Padres" que quizás resulte interesante para trabajar algunos casos que van surgiendo a lo largo de estos años de escolarización de nuestros pequeños. Espero que os sea de utilidad. 

Os proporciono la bibliografía a continuación:

"PORTARSE BIEN"

  • Garber, Stephen, (aut.)
  • Lienas Massot, Bibiana, (tr.)
  • Ediciones Medici, S.A.
  • 1. ed.(10/1989)
  • 448 páginas; 15x23 cm
  • Idiomas: Español
  • ISBN: 8486193249 ISBN-13: 9788486193249 
  • Portarse bien es el fruto de la colaboración entre un psicólogo infantil, un pedagogo y un profesor que se han planteado los cientos de problemas de comportamiento que surgen en la vida diaria y que han desarrollado sistemas prácticos y eficaces de superarlos.
    Más de 1200 soluciones sensatas a los problemas de sus hijos desde la cuna hasta los doce años.
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