1.-¿CÓMO ELOGIAR?
2.-¿CÓMO IGNORAR?
3.-¿CÓMO CASTIGAR?
4.-¿CÓMO UTILIZAR EL "RINCÓN DE PENSAR"?
1.-¿CÓMO ELOGIAR?
Es fácil
para los padres centrar su atención en lo que los niños
hacen mal y no darse cuenta de lo que hacen bien.
La
crítica constante combinada con pocos elogios da otros
resultados, el niño requiere la atención del padre y la
conseguirá como sea. (Si el modo de enfocarlo es negativo,
entonces el niño usará medios negativos para llegar a
sus padres. Si éstos se concentran en los hechos positivos,
se conseguirá una mejor conducta como respuesta, porque de
este modo el niño obtendrá más atención.)
Enseguida se comprobará que los elogios son una influencia tan
poderosa que sólo con unos pocos se puede lograr una nueva
conducta y con un poco menos se mantendrá el cambio.
Si se
usan estas directrices al aplicarlos, se comprobará muy pronto
que el elogio es una táctica de disciplina notoriamente
eficaz.
Elogiar
el comportamiento y no la personalidad
La personalidad es más resistente a
los cambios. Si se centran los esfuerzos en la conducta, es mucho más
probable que se pueda llegar a la meta propuesta.
Por
muchas veces que se diga «niño bueno» o «niña
buena» el niño no se formará un concepto positivo
de sí mismo, a no ser que tenga respuestas específicas
a las propias conductas correctas, ya que la imagen de sí
mismo está hecha de sus logros.
El
modo más eficaz de formar una buena conducta es moldearla con
elogios.
Usar
elogios concretos
El
propósito de elogiar es aumentar conductas deseables, de modo
que es necesario hacer hincapié en qué conducta
concreta se persigue.
Elogiar
los adelantos
Se
debe empezar a elogiar cada pequeño paso dado hacia la
conducta deseada, procurando atrapar al niño en un buen
comportamiento.
Cuando
el nuevo comportamiento esté bien establecido, se necesitarán
menos elogios para mantenerlo. No es necesario continuar elogiando al
niño constantemente. No
obstante, no suprima nunca los elogios de forma radical.
Elogiar
adecuadamente
Para
suscitar la respuesta requerida, el elogio debe ser adecuado.
Abrazos, besos y otras señales físicas de afecto junto
con las palabras correspondientes son muy eficaces.
Muchos
niños mayores aceptan comentarios simpáticos, más
que elogios directos.
Hay
que recordar que todo el mundo se cansa de las cosas buenas si se
tienen demasiadas. Las mismas frases utilizadas una y otra vez
perderán su efecto. Hay que ser creativo.
Para
realzarlo más, se pueden acompañar los elogios de un
premio. Decidle a vuestro hijo qué es lo que os ha gustado y
premiadlo con un pequeño regalo, pero reservaros las
sorpresas para ocasiones especiales para que no se acostumbre.
Elogiar
inmediatamente
Los
elogios son más eficaces, especialmente en niños muy
pequeños cuando se producen pronto. No debe pasar demasiado
tiempo entre el comportamiento positivo del niño y la
nuestra respuesta, aunque los niños más mayores pueden
apreciar el reconocimiento posterior.
Combinar
elogios con amor incondicional
Los
niños se vuelven locos por conseguir elogios de sus padres
cuando esos son los únicos momentos en los que consiguen que
se les preste atención. Sin embargo no es posible estar presente cada vez que el niño hace
algo correctamente. Cada vez que se hagan comentarios concretos y
positivos sobre su conducta, el niño tendrá una visión
positiva de sí mismo, y estará así más
seguro de sí mismo.
Al
mismo tiempo el niño debe saber que se le valora y se le
quiere incondicionalmente, aun cuando no se esté trabajando
para mejorar su conducta.
2.-¿CÓMO IGNORAR?
Un
modo eficaz de eliminar comportamientos específicos que
irritan es simplemente ignorarlos. Se comprobará cómo
al ignorar sistemáticamente ciertos comportamientos, y
actuando como si no existieran, se consiguen resultados asombrosos.
Si se
puede ignorar el comportamiento irritante cada vez que se produzca,
el niño dejará de actuar de ese modo, pues no obtiene
los resultados que busca.
La
ignorancia sistemática es el arte de ignorar los
comportamientos que desagradan y prestar atención positiva a
los que agradan. Nunca se debe hacer una cosa sin la otra. (Evidentemente habrá que valorar las conductas y no ignorar las que entrañen algún tipo de peligro).
Otro
punto a considerar: la ignorancia sistemática es una técnica
que utilizan sólo algunos padres eficazmente. En otros, sólo
se consigue aumentar la tensión porque su capacidad para
ignorar es demasiado baja.
Para que la
ignorancia sistemática sea un éxito:
Decidir
lo que se puede y lo que no se puede ignorar
¿Es
ésta una conducta que se puede, o se desea ignorar? ¿No
es peligroso ignorarla?
No debemos empezar con algo que no vamos a ser capaces de ignorar
durante mucho rato; es preferible no empezar. Si no, es mejor elegir otra
opción para hacer frente a este comportamiento.
La
ignorancia funciona bien normalmente para detener un comportamiento
que siempre ha provocado la atención y ha permitido al niño
salirse con la suya con anterioridad.
No
prestar atención al comportamiento
No
se debe reaccionar al comportamiento indeseado de ninguna manera,
verbal o no verbal. No hay que decir nada al respecto. No se debe
mirar al niño cuando esté actuando. No hay que mostrar
ninguna expresión facial o hacer gestos como reacción a
ello. Se debe mirar a otro sitio, hacer como si se estuviera ocupado
en otra cosa, salir de la habitación. Si no se puede salir,
hay que apartarse disimuladamente todo lo posible. Se debe continuar
tanto tiempo como el niño prolongue su comportamiento.
(Esto
no significa tratarlo fríamente, ya que esa es otra forma de
atención.)
Reforzar
las conductas deseables
Se
puede activar la extinción de las conductas indeseables
reforzando las buenas conductas con elogios y recompensas.
Debemos acercarnos al niño y demostrar
interés en lo que hace.
En
ocasiones, se pueden potenciar las conductas positivas dirigiendo la
atención hacia el niño que se está portando
bien, para que el que se está portando mal quiera imitarle. (Este es un recurso que utilizamos mucho en la clase) Pero, ¡cuidado!, si la táctica anima al que se porta
mal, no se debe proseguir.
Todos
los padres tienen firmes opiniones sobre el castigo y todos, lo
admitan o no, usan el castigo como una forma para enseñar al
niño la conducta adecuada.
(Si se manda al niño a su
habitación, se le restringe el tiempo para ver televisión,
se le retira un juguete que adora o se exclama con firmeza ¡No!
cuando un niño que anda a gatas intenta encaramarse al fogón,
se están empleando los principios del castigo para modificar
conductas.)
Sería
maravilloso poder educar a los niños utilizando sólo
técnicas positivas, pero no es posible. Para enseñarles
patrones de conductas deseables, hay que hacer uso de las
consecuencias positivas y negativas.
El castigo no debe considerarse
necesariamente como bueno o malo. Es otra técnica que puede emplearse, pero solo no produce los efectos deseados. Ello se debe a que es
totalmente negativo: Enseña al niño lo que no debe
hacer en lugar de lo que se debe hacer.
Cuando se utiliza aislado,
sin el equilibrio de refuerzos positivos para conductas adecuadas, no
enseña al niño cómo reemplazar la mala conducta
por otra más aceptable.
Los efectos del castigo ocasional son buenos
pero cuando se usa un castigo muy a menudo, pierde eficacia.
Elegir
un castigo que reduzca la conducta no deseada
El
castigo es solamente eficaz si hace que disminuya la probabilidad de
que una conducta inapropiada se repita.
Es necesario observar los efectos que tiene el
castigo.
Usar
el castigo con moderación
Si
se usa el castigo demasiado a menudo, el niño se habitúa
y deja de ser eficaz. Cualquier acción (incluso si es eficaz)
como la regañina, la prohibición de televisión..., se verá debilitada con el abuso y no tendrá
los efectos deseados cuando se necesite.
No
retrasar el castigo
Si
se va a castigar al niño, hágalo tan pronto como sea
posible después de la mala conducta. Las conductas se
controlan mediante consecuencias inmediatas, así que no hay
que esperar «hasta que venga papá». Todo
castigo pierde su eficacia si se retrasa y el niño puede no
relacionarlo con la mala conducta que lo causó.
Explicar
siempre las consecuencias
El
niño debe saber qué conductas le desagradan y lo que va
a ocurrir si continúa perseverando. Hay que explicarle cuáles
son las reglas y las consecuencias que seguirán si no las
tiene en cuenta.
Ser
firme
El
castigo eficaz no es solamente repentino, sino que también es
predecible. Debe darse siempre y en cada ocasión en que ocurra
la mala conducta.
No
amenazar en vano
No
hay que amenazar al niño con castigarle y luego no seguir
adelante. No hay que darle una segunda, tercera, décima
oportunidad antes de entrar en acción. Se debe decir lo que se
va a hacer y hacer lo que se ha dicho en todas las ocasiones. La
falta de consistencia y las amenazas vanas conducen a la mala
conducta, que se convierte en más firme y más
resistente al cambio.
Dar
una oportunidad para la buena conducta
El
efecto inmediato del castigo es enseñar al niño lo que
es correcto, pero hay que darle la oportunidad de que demuestre lo
que ha aprendido. Los castigos prolongados no permiten que se dé
esto último.
4.-¿CÓMO UTILIZAR EL "RINCÓN DE PENSAR"?
La mayoría de las técnicas no son nuevas. La del rincón lleva mucho tiempo utilizándose. Se utiliza también con otros nombres, como la de poner de cara a la pared o la de fuera de juego.
Significa apartar al niño de una actividad o situación
para que no pueda tomar parte en esa actividad o recibir elogios y
atención. Como técnica de castigo, puede ser muy eficaz
si se utiliza correctamente.
Pasos a seguir:
1
Elegir cuidadosamente el rincón o fuera de juego
Para
que sea eficaz la técnica del rincón,
el niño tiene que sentir que le falta algo mejor de lo que
está experimentando en el rincón.
Por
lo tanto, el lugar debe ser un sitio aburrido, no cruel, oscuro, o
tenebroso, simplemente aburrido. Puede servir cualquier lugar de la
casa que no
sea
interesante. Un «rincón de pensar»
(recurso que utilizamos en la clase) funcionará también, si está apartado de la zona
principal de la actividad.
El lugar en sí
tiene menos importancia en realidad que el hecho de que el niño
prefiera estar en otro sitio.
2
Explicarle al niño las reglas de estar en el rincón
En
un momento tranquilo antes de tener que usar esta técnica, se
debe decir al niño que se le mandará al rincón
si continúa desobedeciendo.
Al
principio se debe aplicar el mandarle al rincón solamente para
un comportamiento. Cuando haya cambiado dicho comportamiento, úselo
para otro. Si se usa para muchos comportamientos incorrectos al mismo
tiempo, el niño se confundirá, preguntándose por
qué está en el rincón en ese momento. Además,
el tiempo en el rincón, como cualquier técnica de
castigo, pierde su eficacia al utilizarla demasiadas veces.
3
Asignar un tiempo máximo para el rincón según la
edad del niño
Largos
periodos de tiempo en una habitación
resultan inútiles, ya que provocan resentimientos en el niño
y no mejoran el comportamiento. Un periodo de apartamiento corto
normalmente funciona bien y dura sólo pocos minutos. (En la clase funcionamos de manera que el niño tenga
que estar en el rincón de pensar tantos minutos como años tenga.)
Nos ha parecido una buena norma. Supone cuatro minutos para un niño
de cuatro años, cinco minutos para uno de cinco y un minuto
más para cada año adicional. Para un niño este
es un largo periodo de tiempo sin hacer nada. Interrumpe su
actividad, pero al mismo tiempo le proporciona la oportunidad de
serenarse y de dejar de hacer aquello por lo cual ha sido enviado al
rincón.
4
Añadir, minutos si hay resistencia
Si se tienen dificultades para poner al niño en el
rincón o para mantenerlo allí, se debe añadir un
minuto de tiempo por cada instante de resistencia, diciéndole:
«Ahora es un minuto más». Vigilarle si es
necesario. Si se va sin permiso, se le debe volver a llevar y
castigarle con otro minuto. Hay que intentar no sobrepasar las tres
penalizaciones de un minuto, ya que en esta etapa será más
eficaz añadir otra consecuencia.
5
Añadir consecuencias de apoyo para la resistencia excesiva
Si
se llega a un punto en el que es necesario un apoyo para nuestras palabras
y acciones, se puede informar al niño de que, si no
cumple su tiempo en el rincón, perderá su juguete
favorito o un privilegio durante unos días. Hay que ser muy consecuente
con ello. (A menudo, la resistenca se hará menor al saber que
existe una consecuencia de apoyo).
6
Utilizar el reloj
Se
deben controlar los minutos que pasan, con un reloj.
Se le debe decir al niño cuánto tiempo debe quedarse en el
rincón y que cuando suene el timbre puede regresar si se ha
tranquilizado. Si todavía no se ha tranquilizado cuando se haya
cumplido el tiempo, no hay que permitir que se vaya hasta que se haya
controlado.
7
No permitir que el tiempo fuera de juego (en el rincón) se
convierta en una manera de evitar responsabilidades
Cuando
el tiempo se cumpla, se debe hacer que el niño haga lo que se
le pidió que hiciera antes de comenzar el tiempo fuera de
juego o que adopte el comportamiento apropiado. Cuando coopere, se le
debe elogiar cálidamente.
FUENTE: "PORTARSE BIEN"
Garber, Stephen, (aut.)
Ediciones Medici, S.A.